Cómo tomamos nuestras decisiones

Tanto si se trata de decisiones cotidianas (“iré en colectivo”) como de otras más trascendentales (“me casaré”), la neuropsicología parece haber demostrado que tomamos nuestras decisiones antes incluso de habernos enterado de nuestra elección.

Las imágenes escaneadas del encéfalo parecen indicar que nuestro cerebro toma decisiones sin consultarnos, y luego de segundos o hasta milisegundos se toma la molestia de avisarnos.

Desde ya, siempre somos nosotros quienes tomamos nuestras decisiones, sólo que en un primer momento lo hacemos a un nivel inconciente y en un segundo momento se hacen concientes. Como desconocemos esas actividades inconcientes, tendemos a creer que la decisión se toma en el momento mismo de hacerla conciente.

El cerebro es nuestra poderosa “máquina” de procesamiento de la información, pero no es perfecta. El proceso de toma de decisiones puede desembocar en al menos dos problemas: a) tomar la decisión equivocada, y b) no poder tomar nunca una decisión, con lo cual la persona vive en una duda permanente como las que podemos ver en las neurosis obsesivas. Por ejemplo, un obsesivo por la limpieza nunca puede decidir que algo está totalmente limpio, con lo cual siempre seguirá limpiando y limpiando, convirtiendo su incapacidad en un síntoma.

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