Creo lo que creo

«Dime cómo ves el mundo y te diré quién crees que eres» Aldous Huxley

Cuenta una historia que hace muchos años, un hombre muy sabio llegó a una gran ciudad para difundir sus enseñanzas. Viajaba acompañado por sus fieles seguidores, y al atravesar las enormes puertas de la muralla, se le acercó un discípulo que vivía en aquella localidad.

«Maestro, debes tener cuidado. En esta ciudad te van a perseguir, insultar y demonizar», le advirtió, con cara de preocupación.

«Los habitantes de este lugar son arrogantes, y no tienen ningún interés en aprender nada nuevo. Sus corazones están llenos de desconfianza y egoísmo».

El sabio asintió, sonriente, y le respondió con tranquilidad: «Tienes razón».

Al cabo de unas horas, apareció otro discípulo del sabio que también vivía en aquella ciudad. Se acercó a él, radiante de alegría, y le dijo:

«Maestro, en esta comunidad te van a acoger con los brazos abiertos. Los habitantes de este lugar son humildes y anhelan escuchar tus palabras. Sus corazones están limpios y dispuestos a nutrirse con tu sabiduría».

El sabio asintió de nuevo, sonriente, y de nuevo afirmó: «Tienes razón».

Sorprendido por sus respuestas, uno de los discípulos se plantó delante del maestro y le preguntó:

«¿Cómo puede ser que les hayas dado la razón a los dos si te están diciendo exactamente lo contrario?»

Y el sabio maestro, impasible, le contestó:

«No vemos el mundo como es, sino como somos nosotros. Cada uno de ellos ve a los habitantes de esta ciudad según sus creencias. ¿Por qué tendría yo que contradecirles? Uno ve lo negativo y el otro ve lo positivo. ¿Dirías tú que alguno de los dos ve algo errado? No me han dicho nada que sea falso. Solamente han dicho algo incompleto».

 

Nuestros pensamientos se apoyan en nuestras creencias. Y las creencias son las que han hecho la historia y las que han movido al mundo. En su nombre se han movilizado millones de personas, se han cometido las mayores hazañas y los peores crímenes.

Las creencias son los pilares en los cuales nos apoyamos a medida que vamos creciendo. Vienen por herencia familiar y social y van haciendo huellas fundamentales en nuestra mente. Son las que condicionan nuestra forma de ver el mundo. Son las responsables de nuestras interpretaciones acerca de la realidad.

Albert Ellis  nos habla de creencias racionales y creencias irracionales. Las creencias irracionales son aquellas que están en la base de nuestros conflictos. Menciona 3 creencias irracionales básicas:

1) CON RESPECTO A UNO MISMO: “Debo hacer las cosas bien y merecer la aprobación de los demás por mis actuaciones”.

2) CON RESPECTO A LOS DEMÁS: “Los demás deben actuar en forma agradable, considerada y justa”.

3) CON RESPECTO A LA VIDA O AL MUNDO: “La vida debe ofrecerme unas condiciones buenas y fáciles para que pueda conseguir lo que quiero sin mucho esfuerzo y comodidad”.