Crisis o ataques de pánico: tratamiento


En un artículo anterior hemos visto qué es una crisis o ataque de pánico, cuáles son sus síntomas y describimos cómo se produce el circuito de la ansiedad.

Vamos a ver ahora una forma de tratamiento. Esta información no debe ser tomada como reemplazo de terapia, es solo educativa y orientativa.

Cuáles son los puntos más importantes de un tratamiento para los ataques de pánico?:

1) PSICOEDUCACIÓN: una vez que el profesional ha comprobado que la persona está padeciendo ataques de pánico, comienza a enseñarle de qué se trata el trastorno.

Le informa acerca del «sistema de alarma» ante el peligro, que la ansiedad es una emoción que todos tenemos y que compartimos con la especie animal, que en algunos casos hemos hecho un mal aprendizaje respecto a lo que consideramos «peligroso» y nuestra alarma se enciende con demasiada frecuencia sin existir real peligro.

Le explicamos el circuito de la ansiedad, de cómo los pensamientos catastróficos y de extremo temor aumentan la ansiedad y agravan el malestar, de la duración de las crisis (10 minutos promedio), y de que es un cuadro estudiado científicamente y que lo padece un gran porcentaje de personas, que su cuadro tiene un tratamiento específico y que la posibilidad de remisión de su cuadro es muy elevada, etc.

Este primer paso en muy importante, porque hace que la persona recupere un grado de optimismo respecto a lo que padece y comience a descartar otros auto diagnósticos que ha imaginado. La persona piensa que si es un cuadro clínico que muchas personas padecen y está estudiado, no se siente tan sola o desamparada con su malestar.

2) BUSCANDO EL DISPARADOR: Enseñar al paciente que siempre hay un “disparador” de la ansiedad, aunque a veces sea difícil de identificar.

La ansiedad puede aparecer ante alguna actividad que tenga que hacer la persona, el hablar con alguien, el efectuar alguna tarea, una salida, el ocuparse de algún tema específico, hablar con algún amigo o familiar, acudir a una reunión, etc. que se identifica como PELIGROSA (no exactamente a nivel consciente).

En realidad lo que “dispara” la ansiedad no es la situación en sí sino LO QUE PIENSO ACERCA DE LA SITUACIÓN. Y además lo que se teme muchas veces no es la situación en sí sino el “sentirse mal” adonde vaya.

Muy importante es saber que nuestros pensamientos con distorsiones son los que contribuyen a que la ansiedad se dispare a una intensidad que nos provoca malestar. (Preguntarse: “¿Qué pensé que me asustó?”)

A veces el disparador puede ser una molestia física. La interpretación distorsionada nos “asustará” y eso aumentará la ansiedad. (Por ejemplo: un dolor en el pecho puede hacernos pensar que estamos teniendo un ataque cardíaco, pensamiento que me asustará y tal vez aumente los síntomas).

 

3) RECURSOS:Una vez que se ha explicado en qué consisten las crisis de pánico, se trata de enseñar a la persona diversas técnicas que serán los recursos que podrá utilizar en el caso de que las crisis vuelvan a producirse.

El trabajo personal será fundamental. El terapeuta cumplirá la función de guía y control. Algunas de las técnicas pueden ser:

a)Controlar la activación fisiológica a través de la respiración (por ejemplo controlar la taquicardia, las palpitaciones a través del conteo de la respiración durante unos minutos).

b)Trabajar sobre el auto-discurso: el discurso interior (lo que nos decimos a nosotros mismos). Esto es uno de los puntos más importantes, aunque los pacientes reconocen que es difícil lograrlo cuando ya la ansiedad se ha disparado y los pensamientos están aumentando la intensidad de la ansiedad.

El discurso interior tiene que contener mensajes “tranqulizadores”, decirnos que sólo son síntomas de un aumento de la ansiedad, que en minutos se pasará, que no sirve seguir asustándonos imaginando escenas terribles, que no es señal de enfermedad, que no moriré ni enloqueceré, que no hay evidencia de que lo que estoy imaginando vaya a ocurrir en la realidad, etc.

c)Además podemos hacer un esfuerzo para poner nuestra atención en otra actividad: leer (algo que distraiga), llamar por teléfono a un amigo, hablar con alguien que esté con nosotros en ese momento, hacer alguna actividad manual o artística que nos guste, escribir, pensar en algún proyecto futuro, etc. El objetivo es poner la atención en otro tema para que corte el circuito de pensamientos improductivos que aumentan la ansiedad.

d)En algunos casos es útil decirse enérgicamente “BASTA!”, inclusive se puede acompañar con un chasquido de dedos. El objetivo de esta técnica es desactivar el circuito improductivo.

e)No dejar de hacer lo que estaba previsto hacer, es decir, tratar de no EVITAR. El mecanismo de evitación, si comienza a hacerse habitual, se instala en nuestra forma de afrontamiento y comenzamos a dejar de hacer cosas, eludir compromisos, aislarnos, o dejamos de trasladarnos a los lugares que queremos o tenemos que ir. La evitación es una “solución” temporaria, porque al no enfrentarnos con el miedo, éste volverá a aparecer.

f)Si tenemos que enfrentarnos con una situación que nos dispara mucha ansiedad, podemos “desmenuzarla” en varias etapas, cada una de las cuales la podemos imaginar a manera de “reaseguro”.

Por ejemplo: si tenemos una entrevista con la directora del colegio de nuestro hijo:
La primera etapa es prepararnos para la salida (bañarse, vestirse, terminar alguna tarea, etc).
La segunda etapa podría ser el viaje: concentrarnos en él (cómo viajaré, cuanto tiempo me llevará etc.).
La tercera etapa será la reunión en sí: saber de qué temas hablaré, cuánto tiempo estaré, cómo me despediré, etc.
Y la cuarta etapa podría ser el viaje de vuelta.

Una vez que tengo imaginadas esta 4 etapas, tengo que decirme (auto discurso) que intentaré vivir cada una de ellas sin superponerlas. Si los pensamientos se dirigen a etapas posteriores, “obligarnos” a estar en el presente.Si ocurre, volver mentalmente a la etapa en la que estoy, tratando de concentrarme en lo que estoy haciendo en ese momento referido a la etapa.

Esto nos obliga a estar concentrados en el momento presente. No olvidemos que la ansiedad que produce malestar es la ansiedad anticipatoria, es decir, todo lo que pienso (generalmente son imágenes o pensamientos catastróficos) acerca de lo que podría suceder en el futuro: son las oraciones condicionales “Y si..?”

El aprendizaje de utilizar otros recursos a los habituales (que perpetúan el miedo) requiere su entrenamiento.

Es muy posible que no podamos lograrlo la primera vez, pero con el ejercicio continuado es posible conseguir que las crisis pierdan intensidad y se provoquen más espaciadamente.

A medida que la persona utiliza sus propios recursos y va atravesando esos momentos superándolos, comienza a sentirse más confiado y capaz, por lo que ha comenzado el circuito hacia su recuperación.

Hay otros terapeutas dentro de la escuela Cognitivo Conductual que utilizan otras técnicas además de las descriptas, algunas son técnicas de relajación, y en otros casos se utiliza en forma combinada medicación (ansiolíticos/ antidepresivos) junto con la terapia.

Todas las técnicas siempre es preferible hacerlas dentro de un tratamiento terapéutico con la supervisión y seguimiento del profesional.

Lo aquí descripto es una idea general que puede contribuir al bienestar por el hecho de aportar al Punto 1 de esta lista, o sea, a la Psicoeducación.

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