El narcisismo según Kohut

Los orígenes del narcisismo.- Más allá de las necesidades biológicas, el ser humano tiene también ciertas necesidades psicológicas que, para ser satisfechas, requieren la presencia de otro ser humano. Kohut identifica tres de estas necesidades:

  1. a) Necesidad de ser admirado.- Niños y adultos buscan en mayor o menor medida alguien que los admire, los halague, les diga “qué inteligente eres”, “qué bello eres”, o “qué bien que haces las cosas”. No se trata necesariamente de amor, sino de reconocimiento y admiración. El adulto puede pedir que lo admiren cuando exhibe su fortaleza, su inteligencia o su cuerpo.
  2. b) Necesidad de admirar.- Las personas necesitan también admirar valores o ideales que orienten su vida. Esta necesidad suele encarnarse en una persona-modelo como la madre, el padre, un líder, un ídolo, un maestro, o bien en valores abstractos como ideales de vida: la honestidad, la sabiduría o la templanza. No es infrecuente escuchar en los niños “cuando sea grande quiero ser bombero” o “quiero ser fuerte como mi papá”. Brenda, una niña de 11 años, decía: “a mí me gusta ser la segunda de los hermanos, porque el primero no tiene de quien tomar ejemplos”.
  3. c) Necesidad de compartir.- Todos necesitan también contar con una suerte de gemelo para compartir experiencias, de estar acompañados, de desarrollar juntos proyectos, talentos y aptitudes. El niño lo expresa diciendo cosas como “¿vamos a jugar juntos?” o “papá, ayúdame con esto”, o interactuando con un amigo imaginario. Los adultos aprovechan situaciones donde puedan encontrarse y compartir experiencias con otros.

Para Kohut, la adecuada satisfacción de estas necesidades generarán un narcisismo normal, pero cuando todas estas necesidades no son satisfechas adecuadamente en la niñez podrán surgir trastornos, uno de los cuales es el trastorno narcisista. Examinemos entonces cómo Kohut plantea el desarrollo normal, y luego el desarrollo patológico.

Desarrollo normal.- En una primera etapa y partir del nacimiento el niño entra en contacto con aquellas personas que satisfacerán su necesidad de ser admirado, de admirar o de compartir. Habitualmente son los padres y Kohut los denomina “objetos del self”. Los objetos del self son entonces objetos externos, personas de su entorno familiar que son para el niño significativos porque tiene la expectativa que satisfacerán aquellas necesidades: espera que ellos lo admiren, espera poder admirarlos, espera tenerlos como compañeros. Normalmente los padres asumen ese rol: si un padre en lugar de admirar a su hijo lo denigra o critica sistemáticamente, no está satisfaciendo las necesidades de ser admirado que el niño tiene. Los padres también deben ofrecerse como modelo para admirar (“mira que fuerte es papá”) y como compañero para desarrollar aptitudes y talentos (“hijo, vamos a jugar juntos”). Para todo ello deben tener empatía, o sea, conectarse y percibir las necesidades del hijo, para lo cual deben tener un self cohesionado, normal. Así, por ejemplo, si un padre necesita más exhibirse y ostentar que admirar a su hijo, éste no encontrará en su padre un objeto adecuado a su necesidad de sentirse admirado.

En la terminología de Kohut, existen entonces tres funciones que deben cumplir los padres:

– El objeto del self grandioso: es quien admira al niño.

– El objeto del self idealizado (o imago parental idealizada): es quien es admirado por el niño.

– El objeto del self gemelar (o alter-ego): es quien comparte experiencias con el niño permitiéndole desarrollar sus potencialidades.

En una segunda etapa, poco a poco el niño va internalizando esos objetos del self externos. Por ejemplo, al internalizar el objeto del self grandioso, ahora está en condiciones de admirarse a sí mismo (origen del narcisismo). Internalizar significa entonces vivenciar los objetos del self, antes externos, como parte de self, del sí mismo. Lo mismo pasa con la internalización de las funciones de los otros dos objetos del self. Como resultado de la internalización de los objetos del self, llamada internalización transmutativa, se constituyen entonces las partes del self, y como los objetos del self internalizados son tres, también serán tres las partes del self constituidas:

1) Self grandioso (resultado de internalizar la función del objeto del self grandioso).

2) Self de los ideales (resultado de internalizar la función del objeto del self idealizado).

3) Self de las aptitudes y talentos (resultado de internalizar la función del objeto del self gemelar).

Por lo tanto, el self, entendido como un conjunto de representaciones que resultan de internalizar objetos del self, tiene una estructura tripolar. Cada uno de estos tres polos puede estar menos o más catectizado. Lo ideal sería que todos estuviesen catectizados con la misma cantidad aproximada de libido, que los tres polos hayan sido adecuadamente ‘alimentados’ por los objetos del self, que la persona haya buscado y encontrado los tres objetos del self en su entorno.

El self grandioso se admira a sí mismo y busca admiración; es ambicioso, omnipotente y exhibicionista y constituye el polo narcisista de la personalidad, que va creciendo a medida que es más admirado. El self de los ideales es quien admira otras personas, valores e ideales que ahora pasan a formar parte del niño porque los siente como metas propias para alcanzar. El self gemelar le permite al niño compartir experiencias y desarrollar aptitudes y talentos.

El self idealizado señala los ideales a conquistar (qué quiero ser) y el self grandioso se propone alcanzar ese ideal, es ambicioso (puedo lograrlo), viendo al ideal como una meta efectivamente alcanzable. Este polo narcisista es entonces el polo de la ambición. El self gemelar utiliza y desarrolla sus habilidades y talentos para alcanzar el ideal que ambiciona.

En una tercera y última etapa vuelven a adquirir protagonismo los padres, es decir los objetos del self, pero esta vez tendrán como función principal procurarle al niño frustraciones tolerables. Por ejemplo el padre ya no se mostrará como objeto que admira tanto al niño y atenderá también a sus errores o ‘defectos’.

En síntesis hasta aquí, para Kohut, desde el nacimiento, el self atraviesa normalmente tres etapas: el self rudimentario, el self nuclear y el self autónomo, lo que concluyó a partir de la observación de procesos transferenciales que acontecían en el tratamiento de adultos:

1) Self rudimentario: Es el self con el cual nace el bebé, materia prima a partir de la cual se desarrollará el mismo. Este self hará del bebé un buscador de objetos para satisfacer, por ejemplo, sus necesidades de admiración, valoración, etcétera, es decir se trata de su potencial exhibicionista.

2) Self nuclear: Las potencialidades del self rudimentario se activan como resultado del contacto empático con el primer objeto del self, la madre, y luego de los subsiguientes. Las funciones de los objetos del self arcaicos (madre, padre) son internalizados y constituyen el llamado self nuclear, diferenciado en sus tres polos básicos.

3) Self autónomo: En este punto podríamos pensar que una vez internalizada la función ya no necesitamos el objeto del self externo. Por ejemplo, ya no necesitamos alguien que nos admire porque para ello estamos nosotros mismos que nos admiramos (hemos internalizado la función de admirar). Sin embargo, siempre necesitamos la admiración ajena, pero esta dependencia será mayor o menor según cuán autónomo haya logrado ser el self. Así, en la medida en que nosotros mismos nos valoremos, necesitaremos menos la valoración ajena; en la medida en que tengamos nuestros propios ideales necesitaremos menos buscarlos afuera, etcétera. Tales son las características del self autónomo.

La transformación del self rudimentario en self nuclear tiene lugar mediante la internalización transmutativa de os objetos del self. La transformación del self nuclear en self autónomo tiene lugar mediante las frustraciones tolerables. Los padres, como objetos del self que son, deben progresivamente desprenderse de sus funciones de admirar, de mostrarse como ideal, etcétera, lo cual provocará una frustración en el niño, que podría expresarse como “mi madre ya no me admira tanto” o “mi papá a veces se equivoca, no es tan perfecto”. En estos casos, el niño buscará compensar estas frustraciones fortaleciendo su propio self autovalorándose más, afirmando sus ideales, etcétera. De esta forma las frustraciones tolerables llevarán al reemplazo gradual de los objetos del self y sus funciones, por un self más independiente con sus propias y personales funciones, siendo el resultado final el self autónomo. El niño poco a poco va descubriendo las debilidades y limitaciones de esos objetos-padres, y empezará a contar más consigo mismo que con ellos. Pero las frustraciones deben ser tolerables. Un niño puede tolerar que algunas veces sus padres no lo admiren tanto, pero les resultaría intolerable una indiferencia total o una crítica radical del tipo “no vales absolutamente nada”. Estas frustraciones intolerables contribuirán a generar un desarrollo patológico conocido como trastorno narcisista de la personalidad.

 

Desarrollo patológico.- La etiología de las perturbaciones narcisistas tiene que ver directamente con las vicisitudes evolutivas del self (trastornos primarios) y con las situaciones de estrés y las crisis vitales (trastornos secundarios). Estas perturbaciones pueden deberse entonces a fallas primarias o a fallas secundarias.

  1. a) Trastornos primarios.- Habíamos dicho que evolutivamente, primero nacemos con un self rudimentario, que luego se desarrolla un self nuclear por internalización transmutativa, y finalmente un self autónomo gracias a las experiencias frustrantes tolerables. El trastorno primario es precisamente una falla en la internalización transmutativa (con lo cual no pudo formarse un self nuclear normal) o bien ciertas experiencias de frustración intolerables (con lo cual no se pudo formar un self autónomo).

Las fallas primarias tienen relación con una fragmentación, con una falta de cohesión del self, y con un hiperdesarrollo de alguno de los polos del self como medio para compensar otro polo debilitado, cuando lo normal es que haya cierta cohesión y equilibrio entre las partes del self. Kohut adjudica esta situación a un factor innato de predisposición de fortaleza o debilidad del self, pero también, y esto será lo que más desarrollará en su teoría, a una falla en las respuestas empáticas de los padres reales (objetos del self) que dificultaron la internalización transmutativa. Por ejemplo, padres que no saben funcionar como ideales o modelos para sus hijos y que suelen ir por la vida de fracaso en fracaso (con lo que queda debilitado el self idealizado del niño), padres que no pueden transmitir empáticamente una ilusión de omnipotencia, de admirarlos, etcétera (con lo cual queda debilitado el self grandioso).

Frente a estos debilitamientos de algún polo del self, el sujeto buscará compensar la situación fortaleciendo excesivamente el otro polo. Esta compensación puede ser exitosa, en cuyo caso se habrá constituido una estructura compensatoria (un propósito de la cura analítica), pero también puede ser una compensación fallida. Así, si el polo debilitado es el polo idealizado, es probable que esté muy desarrollado el polo grandioso y exhibicionista dando lugar a un desarrollo inarmómico de la personalidad.

Pero, aún cuando se hayan formado polos equilibrados y el self nuclear esté compensado, puede suceder también que haya experiencias de frustración intolerables. Lo normal es que los padres, luego de haber alimentado el self grandioso y de haberse expuesto como modelos para constituir un self idealizado, poco a poco se vaya produciendo una reducción de la omnipotencia y una des-idealización progresiva. Si esto no ocurre en tiempo y forma, se habrá instalado un trastorno primario: el sujeto por ejemplo seguirá sintiéndose omnipotente y será incapaz de concebir y evaluar sus fracasos.

En los pacientes narcisistas se pueden identificar cuatro tipos de alteraciones estructurales primarias del self: subestimulación, fragmentación, sobreestimulación y sobrecarga. Un mismo paciente puede experimentar sucesiva o simultáneamente más de una de estas situaciones.

Subestimulación significa que los padres no impulsaron o no estimularon con la suficiente intensidad alguno de los polos del self del niño. Esto se traduce luego en intentos de compensar ese déficit de estimulación mediante una búsqueda de situaciones estimulantes como correr carreras, drogarse, comportarse con desenfreno, promiscuidad sexual, etcétera.

Un self fragmentado tiene su origen en padres que fallaron en proporcionarle a la criatura una experiencia integradora de su self arcaico. Esto es observable después cuando, andando el tiempo y frente a una situación que pone a prueba su autoestima, la persona se vivencia como fragmentada o desintegrada, le cuesta pensar en forma coherente e incluso adopta posturas desgarbadas, ya que la postura corporal guarda relación con la incoordinación de las diversas partes del cuerpo y esto, a su vez, con un self fragmentado.

Un self fragmentado se vivencia como si hubiera dentro de uno mismo varias tendencias distintas y hasta opuestas, y esto se debe a que los padres no fueron claros en cuanto a reconocer sus necesidades: el niño estará también confundido y no podrá discriminar sus necesidades, quedando su experiencia disociada del resto. Y quien no reconoce sus necesidades no puede integrarlas.

Normalmente una madre o un padre cuidan al bebé, lo estimulan y lo admiran, pero cuando esto lo hacen por obligación esto es percibido por el niño y tendrá una experiencia de no ser bienvenido, una experiencia que no podrá conciliar y quedará disociada de otras experiencias que sí son gratificantes. En cambio si no hay esta confusión de experiencias y el niño puede recibir el cuidado y la atención de sus padres porque estos lo hacen por placer y no por obligación, entonces luego habrá una coherencia en sus comportamientos: por ejemplo habrá aprendido a cuidarse él y cuidar a los demás por placer (y no por obligación).

Otros ejemplos de fragmentación del self son los siguientes. a) Fragmentación vertical: el self grandioso puede estar escindido en una parte fuerte y otra debilitada. Es lo que sucede con las personas que fluctúan bastante entre dos comportamientos opuestos: sus tendencias exhibicionistas exageradas y sus exageradas inhibiciones. b) Fragmentación horizontal: disociación entre los sentimientos concientes (o preconcientes), y los inconcientes. El análisis buscará la integración horizontal de ambos aspectos haciendo conciente lo inconciente, y la integración vertical de los aspectos del self grandioso, como el caso del paciente inhibido que pudo integrar sus aspectos exhibicionistas mediante la actividad artística.

La sobreestimulación de algún polo del self lleva al sujeto a compensarla patológicamente mediante una subvaloración. Si la sobreestimulación recayó sobre el polo grandioso, estas personas evitarán situaciones de éxito, buscarán esconderse para no sobresalir, etcétera, porque exponerse a tales situaciones genera en ellas fantasías arcaicas de angustia y vergüenza, vivenciadas a propósito de la sobreestimulación.

Asimismo, si la sobreestimulación recayó sobre el polo idealizado, entonces lo que está amenazando el equilibrio del self es la intensa y persistente necesidad de fusionarse con un ideal externo. Así, tal fusión será sentida como peligrosa y la persona andará por la vida sin ideales, y estará incapacitada para admirar o tener modelos.

Finalmente, un self sobrecargado se instala cuando a la sobrestimulación anterior se agrega una actitud de desasosiego e intranquilidad de los padres, que obstaculizan una fusión omnipotente y tranquilizadora en el niño. Consecuentemente, este no puede autotranquilizarse por no haber tenido esa experiencia con sus padres, y sentirá que vive en un mundo amenazante, peligroso y hostil.

  1. b) Trastornos secundarios.- Estos trastornos, que pueden consistir en episodios agudos o situaciones crónicas, aparecen sólo cuando hay ya un self previamente establecido, y por ello tienen menor gravedad. Sobrevienen específicamente en las situaciones de crisis vitales, normales en toda persona, donde se incrementa la situación de estrés debida al cambo involucrado en la crisis. Situaciones de este tipo son por ejemplo el ingreso en la adolescencia, la adultez, la senectud, etcétera. Una crisis vital puede o no determinar un trastorno secundario. Un self fuerte permite sobreponerse al quiebre de la estabilidad emocional propia de la situación de crisis. El trastorno secundario sobreviene cuando hay dificultades para ello.

 

La injuria narcisista y los mecanismos compensadores.- Existen ciertas situaciones que podrán hacer ‘tambalear’ el narcisismo de las personas con narcisismo normal y a quienes padecen un trastorno narcisista. La diferencia está en cómo cada uno se puede sobreponer exitosamente a estas situaciones, que pueden consistir en un desengaño amoroso, la pérdida del empleo o una enfermedad grave, entre otras.

Frente a tales situaciones impuestas por la cruda realidad, y si hay un déficit narcisista originario (por ejemplo una baja autoestima porque la persona no fue lo suficientemente admirada por sus padres), se produce lo que se llama una afrenta o injuria narcisista o, como consecuencia, se activan los llamados mecanismos compensadores, que intentarán aminorar sus efectos (Abadi, 1997). Ejemplos típicos de tales mecanismos que intentan reducir la ‘hemorragia’ narcisista son los siguientes:

  1. a) Omnipotencia: es el mecanismo compensador por excelencia, ya que compensa la injuria narcisista con un ‘inflamiento’ del narcisismo. Por ejemplo, si a la persona lo abandonó la novia, ahora va a pasar por la casa de ella en coche exhibiéndose con tres chicas, mientras la mira con displicencia. Si en cambio la persona se enfermó gravemente, seguirá haciendo su vida normal porque «él puede», aún más allá de las limitaciones de su enfermedad.
  2. b) Negación: consiste en el convencimiento de que no existió ningún agente injuriante: no se enfermó, la novia no lo dejó sino que simplemente ella está «un poco histérica», no lo echaron del trabajo sino que le dieron una licencia, etcétera.
  3. c) Furia: son conductas de agresión hacia el agente injuriante, como golpear a la novia que lo abandonó, insultar al jefe que lo echó del trabajo, etcétera. La agresividad hacia afuera puede volver contra el propio sujeto mediante autorreproches del tipo «si me abandonó, o si me echaron fue porque yo soy un desastre, no sirvo para nada».
  4. d) Adicciones: drogarse, por ejemplo, permite al sujeto evadirse de una realidad que le resulta altamente displacentera. Hay gente que cuando es rechazada por alguien amado se pone a comer y a comer y engorda, o se droga, etcétera.
  5. e) Resignación depresiva: es frecuente la reacción depresiva frente a la pérdida de un empleo, a una enfermedad o al abandono del objeto amado. Podríamos pensar que se trata de una resignación que compensa un sufrimiento mediante otro menor: el sufrimiento de la afrenta narcisista se sustituye con el sufrimiento por la pérdida (del empleo, de la salud, de la novia).

A partir de la puesta en funcionamiento de estos mecanismos compensadores, pueden suceder cuatro cosas distintas:

1) Se produce la cesación de la imposición de la realidad: el sujeto recupera su empleo, se cura la enfermedad, vuelve arrepentida la persona amada. La persona recupera su equilibrio anterior, pero esto no significa que se haya curado, porque apenas retorna el problema, vuelven a aparecer los mecanismos compensadores.

2) Los mecanismos compensadores tienen ‘éxito’. Ponemos esta palabra entre comillas porque hay grados y grados de éxito. El individuo que no ha tenido un déficit narcisista infantil importante, puede recuperar su equilibrio y restablecer su autoestima, momento en el cual deja de recurrir a los mecanismos compensadores porque ya no tienen sentido. En cambio, quien tiene una falla al respecto, seguirá manteniendo crónicamente los mecanismos compensadores. Se trata de un ‘éxito’ entre comillas porque por un lado no resuelve su problema sino que lo posterga, pero por el otro le evita caer en el derrumbe narcisista, que es la siguiente posibilidad. La cronificación de los mecanismos compensadores equivale a taponar la herida, y la caída en el derrumbe narcisista equivale a no haber podido parar la hemorragia.

3) Los mecanismos compensadores fracasan, con lo cual el individuo hace un derrumbe narcisista, un agravamiento de su estado que implica un deterioro físico e intelectual, la pérdida de sus relaciones afectivas, fracasos en la vida laboral, sexual o en otras áreas de la vida. De más está decir que el derrumbe narcisista sobreviene en aquellos casos donde el déficit narcisista infantil ha sido muy severo.

4) Sin embargo, un fracaso de los mecanismos compensadores o un derrumbe narcisista pueden llevar al sujeto a una situación donde tendrá una nueva oportunidad de restaurar el déficit narcisista originario. Esta nueva oportunidad podrá consistir en una crisis vital, donde la persona cambia radicalmente su manera de encarar la vida, o en el inicio de una psicoterapia. Una resolución favorable en cualquiera de los dos sentidos determinará, según Kohut, que la persona pueda acceder a lo que él llama las formas superiores del narcisismo, lo que implica algo más que detener una hemorragia, y que es cicatrizar la herida (aunque a pesar de todo quede siempre una cicatriz).

Estas formas superiores de narcisismo son cinco: la posibilidad de crear (el artista intenta recrear la perfección narcisista de la primera infancia), la capacidad de empatía (la dificultad para la empatía está relacionada con la persistencia del modo primitivo de funcionamiento narcisista), la capacidad para aceptar intelectual y emocionalmente la propia finitud, la sabiduría (capacidad de renunciar a la omnipotencia narcisista basada en la idealización del saber), y el sentido del humor, es decir, la posibilidad de reírse de uno mismo, sin tener que recurrir al sarcasmo). Como dijo Tomás Moro, «felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse». En la película «Zorba el griego», el derrumbe de una obra de ingeniería en la cual el arquitecto había puesto todas sus expectativas, hace que no se le ocurra otra cosa que ponerse a bailar (el famoso baile de Zorba), lo que pone en relieve su sentido del humor y su sabiduría.

De alguna manera, la frase «Señor, dame fuerzas para cambiar lo que puedo cambiar, para aceptar lo que no puedo cambiar, y sabiduría para reconocer la diferencia» refleja un aspecto importante de estas formas superiores de narcisismo.

 

(Extraido de Cazau Pablo, “El narcisismo según Kohut”)