Qué es la mente

La mente puede ser entendida como una configuración dinámica de pensamientos y afectos que interactúa con el cuerpo y el ambiente. El conjunto de mente y cuerpo se llama organismo, individuo o persona.

La mente está constituida, en un sentido estático por el conjunto de pensamientos y afectos de un individuo. En un sentido dinámico, la actividad mental consiste en la creación y transformación de pensamientos o de afectos, y en sus mutuas interacciones. Tales transformaciones pueden ser cuantitativas o cualitativas.

Un pensamiento es por ejemplo una fantasía, y un afecto es por ejemplo la angustia. Una fantasía puede ser más intensa y persistente y luego menos intensa (cambio cuantitativo), y también puede ser creada y luego transformada total o parcialmente en otra fantasía (cambio cualitativo). Del mismo modo un afecto como la angustia puede intensificar o atenuar su intensidad, y un afecto como la admiración puede transformarse total o parcialmente en otro como la envidia. Además, pensamientos y afectos interactúan entre sí como por ejemplo cuando la idea de que ‘las cosas van a salir mal’ intensifica el sentimiento depresivo, o como cuando un estado afectivo depresivo conduce a pensamientos suicidas.

  1. a) Pensamientos y afectos.- Los dos componentes básicos de la mente son los pensamientos y los afectos. Antes de verlos por separado, examinemos sus características generales comunes:

1) Los pensamientos y afectos no tienen materialidad como los objetos físicos. No tienen color, peso, volumen, tamaño ni pueden ser observados con un microscopio. Son observables, por ejemplo, en sus manifestaciones externas tales como gestos, acciones o palabras. Generalmente las personas pueden expresar sus pensamientos y afectos en palabras. Por ejemplo “soy una persona ordenada” o “¡Qué feliz que me siento!”. Para que las representaciones puedan observarse, especialmente por otro observador, la persona puede a su vez representarlas mediante palabras o dibujos. De otra manera no serían posibles los tests, la comunicación y otras cosas.

2) Pensamientos y afectos pueden ser concientes o inconcientes. Hay pensamientos y afectos inconcientes porque en la conciencia no pueden coexistir todos, a veces porque son muchos y la conciencia tiene una capacidad limitada, a veces porque son desagradables y son expulsados de la conciencia.

Pensamientos y afectos inconcientes son aquellos que en un momento dado no son concientes. Estos componentes inconcientes pueden retornar a la conciencia: pueden ser recordados voluntariamente o pueden permanecer inconcientes a pesar del esfuerzo por recordarlos.

En suma: los contenidos concientes e inconcientes pueden cambiar de estado. Si ahora recuerdo mi número de teléfono, este contenido mental pasa al estado conciente. Luego de unos segundos, ya no lo tengo más en la conciencia y pasó al estado inconciente.

3) Podemos pensar y sentir acerca de sucesos del ambiente (“algunas personas son muy peligrosas”, “¡qué bello paisaje!”), de nuestro propio cuerpo (“tengo un lindo físico”, “me desagradan mis piernas”), e incluso acerca de nuestros propios pensamientos y afectos (“no puedo evitar pensar en la muerte”, “me alegra estar contento”).

4) Las personas pueden considerar que hay pensamientos y afectos más importantes que otros, o más beneficiosos (“soy capaz de trabajar”) o más perjudiciales (“no puedo evitar ser envidioso”), en términos del bienestar o el malestar que producen.

5) Los pensamientos y los afectos pueden ser auténticos o simulados. Se puede simular un pensamiento para no entrar en conflicto con otra persona que piensa distinto. Se puede simular amar a alguien para obtener un beneficio.

6) Las personas pueden aceptar sus propios pensamientos y afectos pero también rechazarlos, como por ejemplo ocultárselos a sí mismos o adjudicándoselos a otras personas. Una de las razones del rechazo es cuando aparecen pensamientos contradictorios entre sí (con lo cual uno deberá ser rechazado), o afectos contradictorios entre sí. Por ejemplo experimentar amor y odio hacia la misma persona, es decir, ambivalencia.

7) Hay pensamientos y afectos difíciles de modificar, y a veces persisten inalterables durante toda la vida. Otros son más cambiantes.

8) Cada persona tiene una configuración única de pensamientos y afectos, pero también pueden identificarse patrones comunes en la forma en que las personas generan, transforman, abandonan o expresan sus pensamientos y afectos.

  1. b) Los pensamientos.- El pensamiento puede ser entendido como una actividad (recordar, fantasear) o como el resultado de esa actividad (recuerdo, fantasía). En lo que sigue utilizaremos preferentemente este segundo sentido.

Definiremos primariamente pensamiento como una representación mental. Si es una representación, esto significa que está re-presentando algo, es decir, volviéndolo a presentar en la mente. Un ejemplo típico es una forma de pensamiento llamado percepción. Cuando vemos un árbol o escuchamos una melodía, estos elementos externos se nos están “presentando”, y cuando ello sucede que genera una huella mnémica en la mente, es decir una “re-presentación” que no desaparece aunque se hayan llevado la mesa o haya cesado la melodía. Esta representación persiste en nuestra mente y pasa a ser una percepción o percepto. De esta manera habrá dos mesas: la real y la que quedó registrada en la mente como imagen. Esta última es una representación mental, o simplemente representación.

Claro está que también podríamos decir que una foto o un dibujo pueden representar a un árbol, pero estas representaciones están fuera de la mente y no son por lo tanto pensamientos.

Una percepción no es una copia exacta del elemento externo o árbol real, porque la mente siempre destacará algo que le interesa y minimizará lo que no le interesa. Aunque varias personas vean el mismo árbol, todas ellas tendrán percepciones diferentes, especialmente si lo que vemos no es un árbol sino otra persona o nuestra imagen en el espejo.

Tengamos presente que nuestras representaciones pueden representar objetos estáticos (una persona) u objetos haciendo algo (una persona enojándose). Tengamos también presente la dimensión temporal de los pensamientos: las percepciones se sitúan en el presente y los recuerdos en el pasado. Las fantasías pueden situarse en el pasado (“antes era muy elegante”, cuando en rigor no fue así), en el presente (“esta persona está intentando seducirme”) o en el futuro (“no podré jubilarme y me imagino viviendo en una choza”), mientras que los conceptos son atemporales.

Existen por lo menos cuatro categorías de pensamiento: las percepciones, los recuerdos, las fantasías y los conceptos. La creación y la transformación de estas categorías constituyen los pensamientos, y corresponden a ciertas funciones psíquicas elementales como la percepción, la memoria, la imaginación y la ideación.

Podríamos establecer hipotéticamente cierta secuencia cronológica aproximada en la génesis de estas categorías: percepciones à recuerdos à fantasías à conceptos. Asumiendo una postura empirista, las primeras representaciones mentales se constituirían como percepciones. Inmediatamente después estas percepciones se convierten en recuerdos en la medida en que pueden ser evocados por la memoria. Luego, a partir de percepciones y recuerdos se pueden construir fantasías al agregarse elementos imaginarios. Finalmente, a determinada edad el niño ya es capaz de construir conceptos a partir de todo lo anterior.

En el transcurso de este proceso, pueden producirse algunas alteraciones, que no necesariamente son patológicas. Por ejemplo: a) recuerdos y percepciones pueden confundirse entre sí cuando la persona considera su percepción como un recuerdo, un fenómeno conocdo como deja vu; y b) recuerdos y fantasías pueden confundirse entre sí al ser condierada una fantasía como un recuerdo, como puede verse en los recuerdos delirantes y en las fantasías de seducción infantil descritas por Freud.

Veamos ahora sumariamente las características de estas cuatro categorías.

La percepción es el resultado de la aprehensión significativa de un objeto o situación.La información llega al cerebro a través de los sentidos, donde es interpretada o significada de una determinada manera. Se pueden aprehender cambios externos mediante la vista, el oído, el tacto, el gusto o el olfato, y cambios internos corporales mediante los sentidos interoceptivos, como por ejemplo un cambio de posición o un dolor de estómago.

El recuerdo es la huella mnémica que queda fijada en la mente y puede por tanto ser evocada mediante la memoria. Podemos recordar algo que hemos percibido, pero también cualquier experiencia mental. Por ejemplo, podemos recordar haber tenido tal o cual fantasía.

La fantasía es una representación mental visual, compleja, dinámica y creativa. Por ejemplo “imagino en mi primer día de trabajo que mis nuevos compañeros me recibirán afectuosamente”.

La fantasía a) es visual porque la escena fantaseada asume la forma de imágenes que se “ven” interiormente; b) es compleja porque contiene una secuencia de imágenes sucesivas como si fuera una película o una obra de teatro; c) es dinámica porque tiene un guión, es decir, describe una serie de acciones sucesivas realizadas por una o más personas. Imaginarse un hombre no es una fantasía, pero sí lo es imaginarse al hombre haciendo algo: caminando, riendo, etcétera; y d) es creativa porque tiene algún componente imaginario, o sea, representa algo que nunca existió en la realidad: de otra manera sería un recuerdo.

Las fantasías pueden clasificarse con diferentes criterios, algunos de los cuales son los siguientes.

1) Fantasías diurnas y oníricas. Unas se producen en estado de vigilia –los ensueños diurnos-, y otras mientras el sujeto duerme, por lo que las fantasías de este último tipo equivalen a los sueños. Las fantasías diurnas suelen estar más organizadas y no contienen elementos absurdos. 2) Fantasías deseadas y temidas. Las fantasías pueden expresar deseos (por ejemplo imaginarme un viaje por el Caribe), o expresar temores (por ejemplo imaginar qué pasaría si me quedo sin casa). Cuando las personas refieren sus fantasías hablan de ‘ratonearse’ o ‘hacerse la película’, especialmente si son fantasías deseadas. 3) Fantasías privadas, semipúblicas o públicas. Las fantasías privadas son íntimas y muy raramente son reveladas a otros porque, por ejemplo producen vergüenza, como ciertas fantasías eróticas. Las fantasías semipúblicas son aquellas que comparten dos o más personas allegadas. Por ejemplo una pareja puede compartir una fantasía acerca de cómo crecerá la familia o cómo serán sus hijos. Las fantasías públicas pueden ser compartidas por cualquiera, como por ejemplo los mitos o las novelas. 4) Fantasías espontáneas e inducidas. Lo típico son las fantasías que generan espontáneamente las personas. En cambio, las fantasías inducidas son propuestas por otra persona en el marco de cierta actividad pautada, como puede serlo un tratamiento psicoterapéutico que utilice la técnica del sueño despierto, donde al paciente se lo invita a crear imágenes visuales con un argumento. 5) Fantasías dominantes y no dominantes. Las fantasías dominantes son repetitivas, o bien porque el sujeto encuentra mucho placer en recrearlas, o bien porque si se trata de fantasías temidas, no puede evitarlas, como en las ideas obsesivas. En general, son fantasías que tienen mayores probabilidades de llevarse a la realidad.

El concepto o idea es una representación mental de todos los objetos que poseen alguna característica en común. Se construye a partir de los dos procesos de abstracción y generalización. Por ejemplo, el concepto “mesa” se refiere a todas las mesas pasadas, presentes o futuras, reales o imaginarias en tanto comparten alguna o algunas características en común, como por ejemplo “ser una superficie horizontal sostenida por una o más patas”. Mientras las percepciones, recuerdos y fantasías son representaciones concretas y singulares, los conceptos son representaciones abstractas y generales y, por ello, no pueden expresarse en una imagen sino como una palabra.

Las representaciones mentales tienden a conectarse entre sí formando complejos representacionales.

En el caso de los recuerdos, los nexos que los unen pueden ser cronológicos (por ejemplo un episodio de la biografía de una persona puede narrarse con varios recuerdos ordenados temporalmente) o asociativos (unidos por algo en común, como por ejemplo asociar recuerdos relacionados con frustraciones. En este caso hay una relación de semejanza, pero hay otras relaciones como por ejemplo de causa-efecto).

Las fantasías elementales se agrupan entre sí cronológicamente formando complejos representacionales. Por ejemplo la fantasía “él me atacó” se une a la fantasía “quiero dañarlo” formando una fantasía más compleja que asume la forma de una narración.

En el caso de los conceptos, estos no se conectan cronológicamente sino lógicamente. Primero forman complejos representacionales más sencillos (los juicios), y luego los juicios forman otros complejos más extensos (los razonamientos). Eventualmente los razonamientos podrán integrarse en teorías. Por ejemplo: los conceptos “cuervo” y “negro” forman el juicio “todos los cuervos son negros”.. Este último al conectarlo con el juicio “algunos cuervos son negros” forman el razonamiento “todos los cuervos son negros, por lo tanto, algunos cuervos son negros”.

En tanto los conceptos y los pensamientos en general son representados mediante palabras, estas últimas a su vez podrán ser también relacionadas gramaticalmente (una palabra con otra para forma oraciones) y asociativamente (palabras similares entre sí, como por ejemplo con pronunciación similar).

  1. c) Los afectos.- Mientras los pensamientos constituyen la esfera de lo cognitivo, los afectos constituyen, valga la redundancia, la esfera de los afectivo.

Los afectos son experiencias mentales de las cuales puede decirse que resultan por sí mismas placenteras o displacenteras.

Los afectos son la forma en que sentimos: amor, odio, celos, envidia, terror, cólera, compasión, alegría o tristeza. Pueden expresarse como sentimientos, si son permanentes, o como emociones, si son momentáneamente más intensos. Pueden ser auténticos o simulados, pueden ser adecuados o inadecuados a la situación vivida (un afecto inadecuado puede ser odiar a la persona que lo ayuda). Pueden ser concientes o inconcientes (por ejemplo se puede no ser conciente de envidiar a una persona).

Cuantitativamente, los afectos pueden atenuar o incrementar su intensidad (por ejemplo, el miedo puede convertirse en terror). También pueden sufrir cambios cualitativos, como cuando la admiración se transforma total o parcialmente en envidia. Asimismo, los afectos pueden influirse recíprocamente, como cuando al sentir frustración experimentamos cólera, constiuyendo de esta forma complejos afectivos.

 

(Extraido de Cazau Pablo, “Mente y conducta”)