Sin escapar al dolor, pero sin perder la esperanza.

Pandemia y resiliencia- Reflexiones
Por Margarita Rodríguez Suárez

Cuando publiqué “Flores de plástico en un frasco de mayonesa – El re encuentro- Sobre resiliencia” en 2016, no imaginé que el concepto de resiliencia pudiera tener tanta difusión como la tiene hoy en día. Y cuando en el 2018 publicamos junto a Pablo Cazau “Fortalecidos, De vínculos resilientes” tampoco pensamos que tuviéramos que necesitar tanto de esta capacidad para atravesar adversidades. Estábamos en “la previa” a la pandemia que aparecería en el 2020 que nos trajo a nuestras vidas una situación jamás pensada. Luego de todo lo que hemos vivido en este corto lapso, nos reconforta haber podido llegar con nuestros aportes a algunas personas, muchas de ellas conociendo por primera vez el significado de “resiliencia”, otras reconociéndose resilientes y otras motivadas a mejorar su calidad de vida y para desarrollar más fortaleza para tiempos difíciles.

La pandemia ha aumentado la adversidad en el mundo, han aparecido circunstancias que jamás hubiéramos imaginado: enfermedades, muertes, pérdida de seres queridos, aislamiento, crisis económicas, pobreza, cambios de hábitos, desempleo, etc. Y en cuanto a las emociones, hubo (y hay) miedos, incertidumbre, tristezas, enojo, vergüenzas, dolor, sufrimiento, soledad y depresión, estrés y ansiedad, entre otras.

No podemos negar que todas estas situaciones externas nos han afectado, a algunos de una manera y a otros de otra. Pero, y recordando siempre a Epícteto, lo que nos perturba no son los hechos sino la interpretación que hacemos de ellos.

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Cómo usamos el celular

Una necesidad fundamental de las personas es la de mantener contacto con otros seres humanos. Si están alejadas, hace mucho utilizaban las señales de humo y luego recurrieron al clásico teléfono fijo, siendo la única diferencia que la señal de humo era gratis. Más tarde llegó el teléfono celular móvil, que es casi lo mismo con la diferencia que, al no tener cable, se puede llevar encima a cualquier lado.

Las maneras en que usamos el celular indican cuán fuerte o cuán débil es nuestra necesidad de comunicarnos. En una investigación que hicimos durante agosto de 2020 con 52 personas, obtuvimos los siguientes resultados:

1) Respondieron la encuesta mayores de 20 años, especialmente de la franja 51-65 años (55%).

2) El 80% de los encuestados fueron mujeres.

3) Un 79% lleva siempre consigo el celular, un 15% lo lleva a veces, y un 5% nunca.

4) Cuando se van a dormir, un 83% suele llevarse el celular al dormitorio.

5) Si están  ocupados y les llegan mensajes, un 60% no los atiende pero miran quienes los envían, un 35% ni siquiera miran quienes los envían, y un 5% siempre o casi siempre responden los mensajes aunque estén ocupados.

6) Un 67% nunca o casi nunca apaga el celular, un 20% lo hace a veces y un 13% casi siempre.

Según estos resultados, una mujer típicamente lleva consigo el celular, incluso al dormitorio, y no atiende mensajes si está ocupada en algo, aunque suele mirar quien los envía. Nunca apaga el celular. Ello sugiere una importante necesidad de mantenerse comunicada, aunque debe tenerse en cuenta que la encuesta fue realizada durante la cuarentena obligatoria impuesta en la pandemia del coronavirus.

Pablo Cazau