«Resiliencia proactiva: es la que podemos ir desarrollando como “preparación” para enfrentarnos con las dificultades de la vida. Es preventiva. Es el tipo de resiliencia ideal para enseñar a los niños. El conocimiento de los factores de resiliencia ya nos fortalece, aunque aún no hayamos pasado por situaciones de adversidad (y esperando siempre no tener que atravesarlas). Pero si ocurren, no estamos exentos, nos encontrará mejor preparados.»
«La resiliencia proactiva podemos desarrollarla en nuestra vida cotidiana en situaciones sin conflicto. Veamos cómo:
Estamos desarrollando resiliencia si trabajamos internamente en la observación y conocimiento de nuestro funcionamiento mental, reconociendo nuestras distorsiones de pensamiento y abriéndole la puerta a la humildad: todos podemos equivocarnos y todos podemos tener puntos de vista diferentes.
Desarrollamos resiliencia si reconocemos nuestras emociones, permitimos que cada una aparezca y permanezca en los lugares e intensidad adecuados, tratando que ninguna de ellas sobrepase el límite que nos genere malestar.
Estamos desarrollando nuestra resiliencia cuando conscientemente intentamos comprender a otros, despertamos nuestra empatía e intentamos que haya buenos tratos y diálogo en nuestras relaciones. Cuando actuamos desde la paz, y no desde la agresividad, la violencia o la venganza.
También la desarrollamos cuando revisamos nuestros apegos, hacemos algún esfuerzo consciente para no quedar atrapados en ellos y tomamos decisiones en dirección a nuestros deseos, nuestro crecimiento y nuestra salud.
Cuando podemos reírnos de nosotros mismos, de nuestros errores y nuestras torpezas, cuando nos hacemos una caricatura de nosotros mismos. También cuando apreciamos y valoramos el mundo que nos rodea y las condiciones tanto internas como externas de la vida. La gratitud es un valor que aumenta la alegría interna, y esa alegría puede mantenerse aún ante situaciones adversas.
Desarrollamos resiliencia cuando somos capaces de crear un nuevo orden del caos. En pequeña escala, cuando somos capaces de ordenar una habitación desordenada, reparar algo roto, buscar posibilidades para comenzar un nuevo camino después de sentirse devastado.
Cuando sentimos que hemos renacido, recomenzado, como el ave fénix, saliendo de la adversidad y volviendo a volar, cuando creíamos que ya nuestras alas no tendrían fuerzas para hacerlo. Para eso hemos tenido que aceptar las condiciones de la realidad, aceptar que esos hechos sucedieron y que si bien no podemos volver el tiempo atrás, podemos re significar lo sucedido para seguir viviendo.
Y finalmente, la resiliencia en su más alto grado la desarrollamos al encontrarle un sentido a lo que sucedió. Cuando se encuentra el sentido, se puede trascender. Se puede salir de uno mismo para que lo aprendido alcance a otros que lo necesiten.»
Margarita Rodríguez Suárez
de «Fortalecidos – De vínculos resilientes» de Margarita Rodríguez Suárez/ Pablo Cazau (Fundación Soberanamente, 2018)