Para comprender bien este concepto relativamente nuevo, debemos comenzar aclarando la idea de prevención.
En general, prevenir significa tomar alguna medida anticipadamente para evitar que suceda algo desagradable. Se pueden prevenir desastres ocasionados por terremotos evacuando a la población, o también se pueden prevenir enfermedades. Este último es el sentido de prevenir dentro de la psicología y de la medicina en general, que es el que aquí nos interesa.
En este ámbito de las ciencias de la salud, existe actualmente bastante acuerdo en que se pueden prevenir las enfermedades de tres maneras diferentes:
- a) Prevención primaria: Intervenir antes que la enfermedad aparezca. Por ejemplo vacunar para evitar una gripe, en medicina, o entrenar a las personas en hábitos mentales saludables para evitar un trastorno por estrés postraumático, en psicología.
- b) Prevención secundaria: Intervenir una vez declarada la enfermedad con el fin de curarla. Por ejemplo administrar antibióticos para curar la tuberculosis, en medicina, o instrumentar una psicoterapia para curar una fobia, en psicología.
- c) Prevención terciaria: Intervenir cuando la enfermedad no puede curarse con el fin de paliar sus efectos. Por ejemplo administrar sedantes a alguien con una enfermedad crónica incurable o con una enfermedad terminal, en medicina, o proveer contención familiar a un esquizofrénico, en psicología. La prevención terciaria apunta a mejorar la calidad de vida del paciente cuando no es posible una curación.
No hace falta mucha perspicacia para darnos cuenta que en general la idea de prevención se centra en la enfermedad, no en la salud, porque lo que se “previene” es la enfermedad. Esta es una tradición de larga data, y es así que los médicos consideraron mucho tiempo que una persona sana es alguien que no está enfermo. Esta definición por la negativa no dice mucho sobre qué es la salud, y es como si definiéramos una vaca diciendo que es algo que no es un caballo.
Recién a partir de 1948 comienza a adquirir importancia una definición positiva de salud, cuando la OMS la caracteriza como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad”.
Más allá de las críticas que podrían hacerse a esta definición, debemos reconocer que es la primera vez que se pone la atención en la salud y no únicamente en la enfermedad. Si seguimos esta manera de pensar, entonces deberíamos cambiar la expresión “prevención de la enfermedad” por la expresión “promoción de la salud”
Así por ejemplo, en el caso de la prevención primaria, si nos centramos en la promoción debemos reemplazar o complementar la mera vacunación por la enseñanza de hábitos saludables. Y si trasladamos la cuestión al ámbito de la salud mental, la promoción de la salud mental buscará que las personas puedan ser más sanas y no simplemente eliminar posibles causas de enfermedad.
Observemos entonces que no es exactamente lo mismo evitar la enfermedad que promover la salud: evitar la enfermedad es “quitar” posibles causas (de enfermedad), mientras promover la salud es “agregar” causas (de salud), como por ejemplo promover el desarrollo de las potencialidades de autocuración que toda persona tiene. La prevención resta, mientras que la promoción suma. Para la OMS, la promoción de la salud hace que la gente tenga un mayor control de su propia salud, incluyendo una amplia gama de intervenciones sociales y ambientales destinadas a beneficiar y proteger la salud y la calidad de vida. Esto significa que mientras la prevención apunta a causas específicas conectadas inequívocamente con una enfermedad, la promoción pretende abarcar toda una constelación de factores que generan salud donde se incluyen, por ejemplo, el entorno ambiental, el estilo de vida o los sistemas de atención de la salud.
La promoción de la salud mental, finalmente, no opera sólo en situaciones donde aún no apareció la enfermedad, sino también en situaciones donde apareció y puede curarse, y en situaciones donde la enfermedad no puede curarse pero sí es posible mejorar la calidad de vida. Tal tarea puede llevarse a cabo a nivel de salud individual (cuando un profesional promueve hábitos saludables en su paciente) o a nivel de salud pública (cuando el Estado ofrece charlas o difunde temas de salud mental a través de los medios).
Prof. Lic. Pablo Cazau