Hay un momento en nuestra vida donde por fin llega el título universitario entre harina, huevos y aplausos, y creemos ingenuamente que ya somos profesionales, cuando en realidad apenas si somos alumnos expertos. Ya al día siguiente todos empiezan a notar una metamorfosis que irá delineando nuestra identidad profesional. Como ahora hemos pasado de la noche a la mañana a ser licenciados, miramos con mayor circunspección a los demás, no nos reímos tanto, dejamos de usar zapatillas y disimulamos más nuestras travesuras. También dejaron de existir en nuestro vocabulario las toses y los rayes, que pasaron a convertirse en conversiones histéricas y trastornos de la personalidad, palabras estas que jamás habríamos utilizado siendo alumnos porque nos hubieran tildado de excéntricos y engreídos.
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La profesión de psicólogo
Hoy en día, un psicólogo es una persona con formación académica y título habilitante que puede resolver problemas que requieran conocimientos sobre la mente, que goza de reconocimiento social, científico y legal, y que puede se controlado en el ejercicio de su profesión. Sus campos de aplicación típicos son el clínico, el laboral, el forense y eleducacional, pero también puede ejercer la investigación o la docencia.
El psicólogo tendrá reconocimiento social en la medida en que la población suela elegir un ‘psicólogo’ para consultar o tratarse, independientemente que algunos otros elijan un ‘sanador’ o un ‘destrabador’. En una tribu un psicólogo carece de reconocimiento social, porque quien es consultado es únicamente un brujo.
Asimismo, un psicólogo suele tener reconocimiento científico cuando, al haber estudiado en una universidad reconocida por el Estado, es aceptado como un par dentro de a comunidad científica. Este reconocimiento puede aumentar si el psicólogo ofrece ponencias en congresos, escribe artículos en revistas científicas u obtiene un doctorado. Puede haber psicólogos a quienes se les niegue un reconocimiento científico a pesar de trabajar en instituciones autotituladas ‘científicas’, como la Escuela Científica Basilio.
El reconocimiento legal del psicólogo supone, a diferencia de los ‘curanderos’ que la ley admite una profesión de psicólogo, estableciendo sus incumbencias, obligaciones y derechos, lo cual es variable según cada país. La ley regula la profesión controlándola, aunque hay también pueden haber otros controles como el del Colegio e Psicólogos, el de la institución donde trabaja y, desde ya, el propio control que ejerce cada psicólogo sobre su quehacer.
Cada nuevo psicólogo selecciona su lugar en el amplio territorio de la psicología ubicándose en cierta rama, teoría, campo y nivel de la psicología, definiendo así sus intereses profesionales. Por ejemplo, quien eligió psicoanalizar pacientes en grupos, su opción queda definida por una rama de la psicología (la psicopatología), por una teoría (el psicoanálisis), por un campo (la clínica) y por un nivel (grupal). Y en otro ejemplo, quien elija dedicarse a hacer peritajes forenses para determinar imputabilidad, su labor quedará encuadrada según ramas (psicopatología), según teorías (por ejemplo la psicoanalítica), según campos (la psicología forense) y según niveles (individual).
El psicólogo recién graduado no siempre ha elegido su campo de trabajo, no siempre ha esclarecido sus preferencias. La elección puede haber sido realizada más por convención que por convicción, cuando no por obligación ante la alternativa de tener que cursar materias de tal o cual especialización para poder recibir el título. Asignaturas como Habilitación Profesional (presente en la carrera de psicología de la Universidad de Belgrano), y por fuerza debe ser así, colocan al futuro profesional en posición de observador, no de protagonista, por no estar aún habilitado para esto último.
Ramas, teorías, niveles y campos de la psicología
La psicología es una disciplina independiente que estudia el psiquismo y sus interacciones con el cuerpo y el entorno. El territorio de la psicología, identificable a partir de ramas, teorías y niveles de análisis y campos de aplicación, es muy vasto y complejo, lo que hace que el quehacer del psicólogo no se circunscriba al estrecho campo de la atención de pacientes en un consultorio.
Es así que existe una enorme cantidad y variedad de ‘psicologías’: la psicología evolutiva, la psicología animal, la psicología del consumidor, la psicología de la creatividad, la cronopsicología, la neuropsicología, la psicología clínica, la psicología social, la psicología organizacional, la psicopatología, la psicología de la mujer, la psicología de la ciencia, la psicología del deporte, la psicología genética, la parapsicología, la psicología diferencial, la psicología gestáltica, la psicología ecológica, la psicología comunitaria, la psicología vocacional o la psicología de la política. Todas estas denominaciones responden a diferentes criterios de clasificación. Por ejemplo según el género, existe una psicología del hombre y una psicología de la mujer. Según la taxonomía biológica puede hablarse de una psicología humana, una psicología animal e incluso, para algunos, de una psicología vegetal. Según la actividad humana estudiada, hay una psicología del artista, del deportista, del científico, del político, del publicista, del consumidor, del militar, del trabajador o del delincuente. Y según la edad investigada, hay una psicología del niño, del adolescente, del adulto y del anciano.